lunes, 1 de agosto de 2011

Regreso al lugar donde me vio merodear la madrugada,
donde las aguas eran la melaza de una lengua anémica y liviana,
y el beso, !que decir del beso que anestesiaba gargantas¡
un lugar inscrito en las bisagras del latido, abierto hasta el amanecer
auscultando el propósito del alma.