Como inquilino zozobrado de la noche
se conquistó entre las mareas de levante
tiznado en piel y en alias.
Adormecido por su heroicidad
a luna desdichada y por profusa casta
se despertó en el sueño de las tierras desposadas
besando algas y algún verso,
bien de petimetre y mal hallado
se bosquejaba diestro en su mandil oscuro,
y un embozo a buscavidas sin indicios
le dio el respeto en el lugar sin nombre.
Un mullido sin recelos de perfil y de talento
con manos que no procuraban aire,
ningún fútil intento en sus espaldas,
todo en magnitud a la de estirpe.